LOS TUNELES DE
AMERICA
Una
civilización desconocida construyó un sistema de
habitable de subterráneos
en
el subsuelo americano
Los indios hopi, asentados en el
estado norteamericano de Arizona, y que afirman
proceder de un continente desaparecido en lo que
hoy es el océano Pacífico, recuerdan que sus
antepasados fueron instruídos y ayudados por
unos seres que se desplazaban en escudos
voladores, y que les enseñaron la técnica de la
construcción de túneles y de instalaciones
subterráneas.
Muchas otras leyendas y
tradiciones indígenas del continente americano
hablan de la existencia de redes de comunicación
y de ciudades subterráneas.
Existe una nutrida literatura y
suficientes investigadores que mantienen la
hipótesis de que debajo de la superficie de
nuestro planeta habitan seres inteligentes
desconocidos por nosotros.
Existen diversas hipótesis
acerca de la posibilidad de que inteligencias
procedentes de fuera de nuestro planeta posean
puntos de apoyo subterráneos o subacuáticos en
el planeta Tierra. No voy a entrar aquí en el
análisis de estas posibilidades, ya que forman
parte de otro estudio que merece su propia
dedicación. De forma que no voy a hablar de
organizaciones como la Hollow Earth Society
(Sociedad de la Tierra Hueca) o el SAMISDAT, que
buscan establecer contacto con supuestos
habitantes del interior del planeta, la primera,
mientras que la segunda echa leña al fuego de la
existencia de toda una organización de ideología
nazi ?naturalmente vinculada a los personajes
dirigientes de la Alemania nazi? que sobrevive
bajo la piel de nuestro planeta, con entradas a
su mundo especialmente en el polo Norte y de la
Amazonía brasileña. No voy a hablar de tales
organizaciones ni de otras similares, ni voy a
entrar en el tema de Shamballah ni de Agartha
?supuestos conceptos de lo que serían unos
centros de control subterráneos en los confines
del Asia central? ni en el del supuesto 'Rey del
Mundo', porque no es el momento de negar ni de
confirmar la validez de todos estos supuestos.
El día en que crea oportuno hablar de ellos, lo
haré de la forma más clara posible.
Voy a centrarme en este artículo
en los lugares que, en el continente americano,
tienen mayores posibilidades de conectar con
este mundo inteligente subterráneo que aflora en
muchas narraciones de los indios del Norte, del
Centro y del Sur de este vasto continente,
recogidas desde la época de la conquista hasta
nuestros días. Para darle algún orden a la
exposición de estos lugares ?y dado que la
datación cronológica de los supuestos túneles se
pierde en la indefinición? voy a recorrer en las
páginas que siguen América comenzando por el
Norte para terminar, en trayecto descendente
sobre el mapa, en el Norte de Chile.
Quede dicho, antes de descender,
que hay más de un investigador que afirma que el
polo Norte alberga tierras cálidas y la entrada
hacia un mundo interior.
EL MONTE
SHASTA
Los indios hopi afirman que sus
antepasados proceden de unas tierras hundidas en
un pasado remoto en lo que hoy es el océano
Pacífico. Y que quienes les ayudaron en su éxodo
hacia el continente Americano fueron unos seres
de apariencia humana que dominaban la técnica
del vuelo y la de la construcción de túneles e
instalaciones subterráneas. Los hopi estan
asentados hoy en día en el estado de Arizona,
cerca de la costa del Pacífico. Entre ellos y la
costa, se halla el estado de California. Y en el
extremo norte de este estado existe un volcán
nevado, blanco, llamado Shasta. Las leyendas
indias del lugar explican que en su interior se
halla una inmensa ciudad que sirve de refugio a
una raza de hombres blancos, dotados de poderes
superiores, supervivientes de una antiquísima
cultura desaparecida en lo que hoy es el océano
Pacífico. El único supuesto testigo que accedió
a la ciudad, el médico Dr. Doreal, afirmó en
1931 que la forma de construcción de sus
edificios le recordó las construcciones mayas o
aztecas.
El nombre Shasta no procede del
inglés, ni de ninguno de los idiomas ni
dialectos indios. En cambio, es un vocablo
sánscrito, que significa "sabio", "venerable" y
"juez". Sin tener noción del sánscrito, las
tradiciones indias hablan de sus inquilinos como
de seres venerables que moran en el interior de
la montaña blanca por ser ésta una puerta de
acceso a un mundo interior de antigüedad
milenaria.
Notificaciones más recientes de
los habitantes de la cercana colonia de
leñadores de Weed refieren apariciones
esporádicas de seres vestidos con túnicas
blancas que entran y salen de la montaña, para
volver a desaparecer al tiempo que se aprecia un
fogonazo azulado.
Narraciones recogidas de los
indios sioux y apaches confirman la convicción
de los hopi y de los indígenas de la región del
monte Shasta, de que en el subsuelo del
continente americano mora una raza de seres de
tez blanca, superviviente de una tierra hundida
en el océano. Pero también mucho más al norte,
en Alaska y en zonas más norteñas aún,
esquimales e indios hablan una y otra vez de la
raza de hombres blancos que habita en el
subsuelo de sus territorios.
UNA CIUDAD BAJO
LA PIRAMIDE
Descendiendo hacia el Sur,
recogí en la primavera de 1977 en México la
creencia de que bajo la pirámide del Sol en
Teotihuacán (la "ciudad de los dioses"), se
esconde por el lado opuesto de la corteza
terrestre ?o sea en el interior del subsuelo?
una ciudad en la cual se afirma que se halla el
dios blanco.
400 EDIFICIOS
VIRGENES
Si de aquí nos traladamos a la
península del Yucatán, hallaremos en su extremo
norte, oculta en la espesura de la selva, una
ciudad descubierta en 1941 que se extiende sobre
un área de 48 km2, y que guarda en el silencio
del olvido más de 400 edificios que en alguna
época remota conocieron esplendor. Fue hallada
por un grupo de muchachos que, jugando en las
inmediaciones de una laguna en la que solían
bañarse, se toparon con un muro de piedras
trabajadas, oculto por la vegetación. No
teniendo los mexicanos recursos suficientes para
acometer la exploración del lugar, requirieron
ayuda norteamericana, acudiendo dos arqueólogos
especializados en cultura maya, adscritos al
Middle American Research Institute de la
Universidad de New Orleans. También ellos
determinaron que el proyecto de limpieza y
estudio de la enorme ciudad sobrepasaba sus
posibilidades, por lo que habría que crear una
asociación con otras entidades. La guerra logró
que el proyecto fuera momentáneamente archivado.
Hasta que, en 1956, la Univerisdad de New
Orleans, asociada esta vez con la National
Geographic Society y con el Instituto Nacional
de Antropología de México reemprendió las
investigaciones. Andrews, el arqueólogo que
dirigía la expedición, se dedicó ?mientras el
equipo de trabajadores comenzaba la
desobstrucción de las edificaciones? a
recoger informaciones entre los indios de la
región. Un chamán le hizo saber que la ciudad se
llamaba Dzibilchaltún, palabra que era
desconocida en el idioma maya local, y que la
laguna era llamada Xlacah, cuya traducción sería
"ciudad vieja".
LA CIUDAD
ENGULLIDA
Queriendo averiguar el motivo de
este nombre, le fue narrada al arqueólogo
norteamericano una leyenda transmitida por los
indios de generación en generación, y que
afirmaba que, en el fondo de la laguna, existía
una parte de la ciudad que se alzaba arriba, en
la jungla. De acuerdo con la narración del viejo
chamán, muchos siglos antes había en la ciudad
de Dzibilchaltún un gran palacio, residencia del
cacique. Cierta tarde llegó al lugar un anciano
desconocido que le solicitó hospedaje al
gobernante. Si bien demostraba una evidente mala
voluntad, ordenó sin embargo a sus esclavos que
preparasen un aposento para el viajero. Mientras
tanto, el anciano abrió su bolsa de viaje y de
ella extrajo una enorme piedra preciosa de color
verde, que entregó al soberano como prueba de
gratitud por el hospedaje. Sorprendido con el
inesperado presente, el cacique interrogó al
huésped acerca del lugar del que procedía la
piedra. Como el anciano rehusaba responder, su
anfitrión le preguntó si llevaba en la bolsa
otras piedras preciosas. Y dado que el
interrogado continuó manteniéndose en silencio,
el soberano montó en cólera y ordenó a sus
servidores que ejecutasen inmediatamente al
extranjero. Después del crimen, que violaba las
normas sagradas del hospedaje, el propio cacique
revisó la bolsa de su víctima, suponiendo que
encontraría en ella más objetos valiosos. Mas,
para su desespero, solamente halló unas ropas
viejas y una piedra negra sin mayor atractivo.
Lleno de rabia, el soberano arrojó la piedra
fuera del palacio. En cuanto cayó a tierra, se
originó una formidable explosión, e
inmediatamente la tierra se abrió engullendo el
edificio, que desapareció bajo las aguas del
pozo, surgido éste en el punto exacto en el que
cayó a tierra la piedra. El cacique, sus
servidores y su familia fueron a parar al fondo
de la laguna, y nunca más fueron vistos. Hasta
aquí la leyenda.
Pero continuemos con estas
ruinas del Yucatán septentrional. La expedición
acabó por desobstruir una pirámide que albergaba
ídolos diferentes de las representaciones
habituales de las divinidades mayas. Otro
edificio cercano se revelaría como mucho más
importante. Se trataba de una construcción que
difería totalmente de los estilos tradicionales
mayas, ofreciendo características
arquitectónicas jamás vistas en ninguna de las
ciudades mayas conocidas. En el interior del
templo ?adornado todo él con representaciones de
animales marinos? Andrews descubrió un santuario
secreto, tapiado con una pared, en el que se
encontraba un altar con siete ídolos que
representaban a seres deformes, híbridos entre
peces y hombres. Seres similares por lo tanto a
aquellos que en tiempos remotos revelaron
inconcebibles conocimientos astronómicos a los
dogones, en el Africa central, y a aquellos
otros que nos refieren las tradiciones asirias
cuando hablan de su divinidad Oannes.
En 1961, Andrews regresó a
Dzibilchaltún, acompañado en esta ocasión de dos
experimentados submarinistas, que debían
completar con un mejor equipamiento la tentativa
de inmersión efectuada en 1956 por David Conkle
y W. Robbinet, que alcanzaron una profundidad de
45 metros, a la cual desistieron en su empeño
debido a la total falta de luz reinante. En esta
segunda tentativa, lops submarinistas fueron el
experimentado arqueólogo Marden, famoso por
haber hallado en 1956 los restos de la H.M.S
Bounty, la nave del gran motín, y B.
Littlehales. Después de los primeros sondeos,
vieron claro que la laguna se desarrollaba en
una forma parecida a una bota, prosiguiendo bajo
tierra hasta un punto que a los arqueólogos
submarinistas les fue imposible determinar. Al
llegar al fondo de la vertical, advirtieron que
existía allí un declive bastante pronunciado,
que se encaminaba hacia el tramo subterráneo del
pozo. Y allí se encontraron con varios restos de
columnas labradas y con restos de otras
construcciones. Con lo cual parecía confirmarse
que la leyenda del palacio sumergido se
fundamentaba en un suceso real.
Este enclave del Yucatán
presenta certeras similitudes con las ruinas de
Nan Matol, la ciudad muerta del océano Pacífico
deel que afirman proceder los indios americanos.
También allí se conserva una enigmática ciudad
abandonada y devorada por la jungla, a cuyos
pies, en las profundidades del mar, los
submarinistas descubrieron igualmente columnas y
construcciones engullidas por el agua.
EL EMPERADOR DEL
UNIVERSO
Nos vamos a la otra costa de
México, ligeramente más al Sur. En Jalisco, y a
unos 120 km tierra adentro del cabo Corrientes,
cuentan los indígenas que se oculta un templo
subterráneo en el que antaño fue venerado el
'emperador del universo'. Y que, cuando finalice
el actual ciclo evolutivo, volverá a gobernar la
Tierra con esplendor el antiguo pueblo
desplazado. Tal afirmación guarda relación con
el legado que encierran los pasadizos de Tayu
Wari, en la selva del Ecuador.
LAS LAMINAS DE
ORO DE LOS LACANDONES
De aquí hacia el Sur, al estado
mexicano de Chiapas, junto a la frontera con
Guatemala. Allí moran unos indios diferentes, de
tez blanca, por cuyos secretos subterráneos ya
se había interesado en marzo de 1942 el mismo
presidente Roosevelt. Pues cuentan los
lacandones que saben de sus antepasados que en
la extensa red de subterráneos que surcan su
territorio, se hallan en algún lugar secreto
unas láminas de oro, sobre las que alguien dejó
escrita la historia de los pueblos antiguos del
mundo, amén de describior con precisión lo que
sería la Segunda Guerra Mundial, que implicaría
a todas las naciones más poderosas de la Tierra.
Este relato llega a oídos de Roosevelt a los
pocos meses de sufrir los Estados Unidos el
ataque japonés a Pearl Harbor. Semejantes
planchas de oro guardan estrecha relación,
igualmente, con las que luego veremos se
esconden en los citados túneles de Tayu Wari, en
el Oriente ecuatoriano.
50 KM DE
TUNEL
Prosigamos hacia el Sur. El paso
siguiente que se da desde Chiapas pisa tierra
guatemalteca. En el año 1689 el misionero
Francisco Antonio Fuentes y Guzmán no tuvo
inconveniente en dejar descrita la "maravillosa
estructura de los túneles del pueblo de
Puchuta", que recorre el interior de la tierra
hasta el pueblo de Tecpan, en Guatemala, situado
a unos 50 km del inicio de la estructura
subterránea.
A MEXICO EN UNA
HORA
A finales de los 40 del siglo
pasado apareció un libro titulado Incidentes
de un viaje a América Central, Chiapas y el
Yucatán, escrito por el abogado
norteamericano John Lloyd Stephens, que en
misión diplomática visitó Guatemala en compañía
de su amigo el artista Frederick Catherwood.
Allí, en Santa Cruz del Quiché, un anciano
sacerdote español le narró su visita, años
atrás, a una zona situada al otro lado de la
sierra y a cuatro días de camino en dirección a
la frontera mexicana, que estaba habitada por
una tribu de indios que permanecían aún en el
estado original en que se hallaban antes de la
conquista. En conferencia de prensa celebrada en
New York tiempo después de la publicación del
libro, añadió que, recabando más información por
la zona, averiguó que dichos indios habían
podido sobrevivir en su estado original gracias
a que ?siempre que aparecían tropas extrañas? se
escondían bajo tierra, en un mundo subterráneo
dotado de luz, cuyo secreto les fue legado en
tiempos antiguos por los dioses que habitan bajo
tierra. Y aportó su propio testimonio de haber
comenzado a desandar un túnel debajo de uno de
los edificios de Santa Cruz del Quiché, por el
que en opinión de los indios antiguamente se
llegaba en una hora a México.
EL TEMPLO DE LA
LUNA
En octubre de 1985 tuve ocasión
de acceder junto con Juan José Benítez, con los
hermanos Vilchez y con mi buena amiga Gretchen
Andersen ?que, dicho sea de paso, nació al pie
del monte Shasta en el que inicié este artículo?
a un túnel excavado en el subsuelo de una finca
situada en los montes de Costa Rica. Nos
internamos en una gran cavidad que daba paso a
un túnel artificial que descendía casi en
vertical hacia las profundidades de aquel
terreno. Los lugareños ?que estaban desde hace
años limpiando aquel túnel de la tierra y las
piedras que lo taponaban? nos narraron su
historia, afirmando que al final del mismo se
halla el "templo de la Luna", un edificio
sagrado, uno de los varios edificios
expresamente construídos bajo tierra hace
milenios por una raza desconocida, que de
acuerdo con sus registros había construído una
ciudad subterránea de más de 500 edificios.
LA BIBLIOTECA
SECRETA
Y ya bastante más al Sur, me
interné en 1986 en solitario en la intrincada
selva que, en el Oriente amazónico ecuatoriano,
me llevaría hasta la boca del sistema de túneles
conocidos por Los Tayos ?Tayu Wari en el idioma
de los jívaros que los custodian?, en los que el
etnólogo, buscador, aventurero y minero húngaro
Janos Moricz había hallado años atrás, y después
de buscarla por todo el subcontinente
sudamericano, una auténtica biblioteca de
planchas de metal. En ellas, estaba grabada con
signos y escritura ideográfica la relación
cronológica de la historia de la Humanidad, el
origen del hombre sobre la Tierra y los
conocimientos científicos de una civilización
extinguida.
LAS CIUDADES
SUBTERRANEAS DE LOS DIOSES
Por los testimonios recogidos, a
partir de allí partían dos sendas subterráneas
principales: una se dirigía al Este hacia la
cuenca amazónica en territorio brasileño, y la
otra se dirigía hacia el Sur, para discurrir por
el subsuelo peruano hasta el Cuzco, el lago
Titicaca en la frontera con Bolivia, y
finalmente alcanzar la zona lindante a Arica, en
el extremo norte de Chile.
De acuerdo por otra parte con
las informaciones minuciosamente recogidas en
Brasil por el periodista alemán Karl Brugger,
con cuyo asesinato en la década de los 80
desaparecieron los documentos de su
investigación, se hallarían en la cuenca alta
del Amazonas diversas ciudades ocultas en la
espesura, construídas por seres procedentes del
espacio exterior en épocas remotas, y que
conectarían con un sistema de trece ciudades
ocultas en el interior de la cordillera de los
Andes.
LOS REFUGIOS DE
LOS INCAS
Enlazando con estos
conocimientos, sabemos desde la época de la
conquista que los nativos ocultaron sus enormes
riquezas bajo el subsuelo, para evitar el saqueo
de las tropas españolas. Todo parece indicar que
utilizaron para ello los sistemas de
subterráneos ya existentes desde muchísimo
antes, construídos por una raza muy anterior a
la inca, y a los que algunos de ellos tenían
acceso gracias al legado de sus antepasados.
Posiblemente, el desierto de Atacama en Chile
sea el final del trayecto, en el extremo Sur.
Estamos hablando pues, al final
del trayecto, de la zona que las tradiciones de
los indios hopi citados al inicio de esta
artículo ?allá arriba en la Arizona
norteamericana?, señalan como punto de
arribada de sus antepasados cuando ?ayudados por
unos seres que dominaban tanto el secreto del
vuelo como el de la construcción de túneles y de
instalaciones subterráneas?, se vieron obligados
a abandonar precipitadamente las tierras que
ocupaban en lo que hoy es el océano Pacífico.
Pero la localización de las
señales concretas ?que existen?, el
desciframiento adecuado de sus claves
correctoras ?que las hay?, así como la decisión
de dar el paso comprometido al interior, es
?como siempre sucede en todo buscador sincero?
una labor tan comprometida como intransferible.
© Andreas FABER-KAISER,
1992
--
La
espiritualidad proporciona los métodos y los
medios
para traducir el sentido a nivel
individual
a uno universal o trascendental.
" LO ÚNICO QUE ARDE EN EL INFIERNO
ES EL
EGO".
"Es útil, para seguir
trabajando cada uno en su propio campo, saber en
qué mundo vivimos, sacar las conclusiones,
volvernos tan astutos como la serpiente y no tan
ingenuos como la paloma, pero por lo menos tan
generosos como el pelícano e inventar nuevas
formas de dar algo de vosotros a quienes os
ignoran".
Umberto Eco